La retinopatía diabética es la causa de pérdida de visión de origen vascular más frecuente en la actualidad. Se caracteriza por el deterioro de los vasos sanguíneos de la retina, que puede manifestarse por una fuga de fluido y la aparición del edema macular diabético y, en casos más graves, la oclusión completa de los vasos, que desencadena una isquemia retinal severa. En un intento por mejorar la circulación, se producen vasos sanguíneos nuevos de mala calidad (neovasos), que son los causantes de las complicaciones asociadas a lo que se conoce como retinopatía diabética proliferativa.
Cuando el paciente diabético presenta además otros factores de riesgo como hipertensión arterial, obesidad, aumento del colesterol o tabaquismo, el riesgo de sufrir complicaciones oculares se multiplica. De ahí que un paciente que sufra retinopatía diabética debe ser muy disciplinado con el cuidado de su estado general, con la dieta y con el control de peso, y debe evitar el tabaquismo. Aunque no presente síntomas, es necesario que el paciente se realice controles oftalmológicos periódicos. La prevención y diagnóstico precoz mejoran drásticamente el pronóstico visual de la enfermedad. Hoy en día, en la mayoría de las pacientes puede evitarse que lleguen a situaciones extremas, como la ceguera.
En pocas enfermedades el rendimiento de la prevención es tan elevado.